¿Ha llegado el momento de poner un impuesto a los robots?

impuesto a los robotsEl modelo tradicional de financiación del Estado se ha centrado principalmente en los salarios. A medida que la inteligencia artificial, la automatización y los robots van cogiendo protagonismo, este modelo tiene que volver a estudiarse. Y cabe preguntarse si ha llegado el momento de poner un impuesto a los robots, es decir más generalmente a la automatización de procesos.

Una nueva revolución industrial que va a impactar enormemente el mercado laboral

La revolución del coche autónomo

Para entender el impacto que puede tener la tecnología sobre el empleo a corto plazo es suficiente con un ejemplo: los coches autónomos.

La tecnología ya existe, es fiable, y con la instalación del 5G, todavía funcionará mejor, con vehículos capaces de “conversar” para evitar percances. Si ya hoy en día los coches autónomos tienen muchísimos menos accidentes que los que son conducidos por humanos, imagina cuando sean capaces de dialogar. Podrán tomar acciones colectivas para optimizar el tráfico, o resolver una situación peligrosa.

Un coche autónomo no necesita conductor, y puede trabajar las 24 horas del día. Lo lógico es que empresas como Uber o Cabify o los dueños de las licencias de taxi opten por coches autónomos. Y lo mismo pasa con las empresas de transporte y las de autobuses.

Evidentemente, puede que haya resistencias en las empresas públicas de transporte municipales, o en el gremio de los conductores de taxi. Pero, si los coches, camiones y autobuses autónomos se generalizan en el sector privado, al final también llegarán a esos sectores.

No te equivoques. Un coche autónomo es un robot. Y por eso lo menciono en este post sobre el impuesto a los robots.

¿Cuántas personas trabajan en el transporte terrestre?

En España, había en 2017 un parque de camiones, autobuses y autocares de unos 700.000 vehículos.   Además, hay que sumar las casi 80.000 licencias de taxis y VTC, las cuales muchas veces emplean a tres personas por vehículo (por turnos). Vamos a olvidar de momento que probablemente una parte de los 1,7 millones de furgonetas en circulación podrían verse afectadas por la automatización.

Solamente con camiones, autobuses, autocares y taxis llegamos a un mínimo de 800.000 empleos que pueden desaparecer en tan poco tiempo como se tarde en renovar el parque, es decir unos 10 años.

Es solo la parte visible del iceberg

Ya hemos visto como aparecieron muchas cajas automáticas en grandes almacenes. De momento no han llegado a triunfar porque no son tan fáciles de usar. Y porque las marcas no se fían de los clientes. Pero una pequeña mejor tecnológica puede hacer que todo cambie y desaparezcan miles de puestos de trabajo.

Hablo de tecnologías conocidas, pero los progresos de la tecnología permiten imaginar muchos más cambios. Con robots cirujanos, o peluqueros. ¡Si ya hay un restaurante con un robot camarero aquí mismo, en Valencia! Es algo muy básico, pero quizás anuncia cambios más profundos.

Muchos expertos piensan que podemos estar al principio de una nueva revolución industrial, con una destrucción masiva de empleo en algunos sectores. Debido a la rapidez del cambio, es improbable que se creen nuevos trabajos a la misma velocidad.

coche autonomo¿Impuesto a los robots? La financiación del estado de bienestar está basada en los salarios

Las contribuciones sociales son la principal fuente de ingresos del Estado

Olvídate del IRPF, del IVA, o del Impuesto de Sociedades. La mayor fuente de ingresos del Estado son las contribuciones sociales, y de lejos. Representan más del 40% del total, más del triple que el IRPF. El IVA y el IS aportan todavía menos.

Como buena parte del IRPF se recauda sobre salarios (o ingresos de autónomos), en realidad la recaudación basada en los salarios representa más de la mitad del presupuesto.

De allí que cuando hay menos personas trabajando el sistema se tambalee. Ya lo hemos visto hace poco durante la pasada crisis económica.

Las empresas modernas contratan poco personal

Espero no incurrir en la falacia anecdótica, pero creo que la tendencia actual es que las nuevas empresas multinacionales tienden a contratar menos personal. Veamos unos ejemplos:

  • Los estados financieros 2019 de Facebook muestran unas ventas de 70.697 millones de dólares, con 44.942 empleados a finales de año. Es decir que factura 1,6 millones de dólares por cada empleado en nómina.
  • Si comparamos con Coca-Cola, una empresa más tradicional, que tuvo unas ventas de 31.856 millones en 2018 con 62.800 empleados, nos encontramos que factura 507.000 dólares por empleado, 3 veces menos que Facebook.

Pero vale, estoy mezclando churras con meninas. Veamos empresas comparables:

  • Miremos la gran distribución con los datos 2018 de Amazon. Ventas: 232.887 millones. Empleados: 647.500. Sale una media de 360.000 dólares por empleado.
  • Si miramos los datos de un gigante del sector como Walmart, nos encontramos que facturó 514.405 millones empleando a 2,2 millones de personas. La media de facturación es de 234.000 dólares por empleado. Eso es un 35% menos que Amazon.

Las ventas de Amazon han crecido a un ritmo superior al 30% anual en años recientes, y Walmart crece a un ritmo de 3% anual. Si sigue esa tendencia, en unos años Amazon facturará esos 500.000 millones. Pero “solo” necesitará 1,4 millones de empleados. Habrá creado 800.000 empleos menos que Walmart, y eso sin tomar en cuenta su estrategia de automatización de almacenes o los drones para entregar los paquetes. Esas estrategias todavía no se han puesto en marcha a gran escala.

Menos empleados implica más rentabilidad

Las empresas que usan menos empleados son mucho más rentables, y no solo porque se ahorran los salarios. Como la mayoría de los impuestos están soportado por los sueldos, un puesto de trabajo menos es un doble ahorro: el salario y el impuesto.

En España, un empleado cuesta un 50% a la empresa que lo que percibe antes de IRPF. En otros países, el coste puede representar el doble del salario bruto.

Así que nos encontramos frente a un círculo vicioso. Si las empresas automatizan, emplean menos. Eso implica menos ingresos para el Estado. La reacción puede ser aumentar las cotizaciones sociales del resto de los asalariados, provocando un incentivo adicional para reducir plantillas.

Y eso es sin contar que las máquinas y los programas no se ponen enfermos, no tienen bajas de maternidad y paternidad, y pueden trabajar 24h al día.

¿Es un impuesto a los robots la solución?

Parece que los impuestos actuales sobre las empresas no sirven

Hoy en día hay dos tipos de impuestos significativos que tienen que pagar las empresas: las cotizaciones sociales y el impuesto de sociedades.

Ya hemos comentado las limitaciones de tener como principal fuente de ingresos un impuesto basado en la masa salarial.

El impuesto de sociedades tiene muchos problemas. En particular que no lo pagan las empresas que operan en el país desde otro lugar, como ocurre con Facebook y Google y sus sedes en Irlanda. Además, se podría incrementar el tipo impositivo, pero afectaría por igual a las empresas con empleados y a las que tienen poco.

La emergencia del concepto de impuesto a los robots

Dejemos las cosas claras. Cuando hablamos de robots, se trata de automatización en general. No afectaría solo a las máquinas, sino también a cualquier sistema de inteligencia artificial, y proceso automatizado.

La idea es encontrar una forma de poder recuperar los ingresos perdidos en los salarios, de tal forma que el sistema sea sostenible. En caso de tener un desempleo estructural importante, incluso se podría financiar una renta básica universal con un sistema parecido.

¿Cómo poner un impuesto a los robots?

Creo que el nombre de impuesto a los robots no es muy acertado. En realidad, el objetivo final es conseguir que los ingresos del Estado no se vean perjudicados por la automatización. Para lograrlo, hay dos caminos:

  1. Potenciar la creación de nuevos trabajos.
  2. Cambiar el sistema de financiación del Estado.

Creo que la primera opción es una apuesta con demasiado riesgo. No se puede controlar la creación de empleos en el futuro. Quizás lo mejor sería inventar una forma de financiación que no dependiera de si una empresa tiene empleados o no.

¿Un porcentaje sobre las ventas?

La mejor solución que veo es crear un impuesto sobre la facturación de las empresas. Y el tipo aplicable podría variar en función del peso de la masa salarial de la empresa sobre su facturación. Si una empresa tiene un coste de personal alto, el porcentaje del nuevo impuesto sobre las ventas es bajo, y viceversa.

Aplicando este tipo de lógica, Facebook pagaría mucho más del nuevo impuesto que Coca-Cola, que a su vez pagaría más que Amazon, que pagaría más que Walmart.

Definir los porcentajes puede ser un poco complicado, y puede que sea necesario hacer diferencias por sectores, pero es algo que se puede estudiar.

Es más, se podría imaginar un sistema donde se eliminan totalmente los impuestos asociados a los salarios y se sustituyen por otra cosa. De hecho, romper la relación entre número de trabajadores cotizando y prestaciones sociales (pensiones) podría ser una solución a los retos de las pensiones a medio y largo plazo.

 

¿Qué opinas? ¿Ha llegado el momento de poner un impuesto a los robots? ¿Crees que estamos exagerando las consecuencias de la automatización? Comparte tu opinión en la sección de comentarios.

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