Los impuestos y el precio de los servicios

En las últimas semanas, el tema del pago del impuesto sobre las hipotecas ha copado las portadas. Unos pedían que los siguieran pagando los clientes, otros abogaban que lo abonasen los bancos (incluso retroactivamente), y muchos decían que daba igual, porque al final el coste siempre se iba a trasladar al cliente. ¿Es eso cierto? Me ha parecido interesante reflexionar sobre los impuestos y el precio de los servicios.

Muchas variables entran en juego

Lo cierto es que en este tipo de situaciones, suele ser arriesgado adelantarse a decir qué efecto podría tener una medida, porque son muchas las variables que entran en juego. Pero, para la reflexión de este artículo, creo que es lógico pararse a mirar tres parámetros:

  1. El tipo de impuesto. Es decir si grava directamente un producto en concreto, todos los productos o si no está directamente relacionado con los productos.
  2. La competencia. En otras palabras, si los clientes pueden fácilmente optar por otra opción.
  3. La importancia del producto para el comprador. Es decir, si puede prescindir de comprarlo o no.

Creo que esos criterios influyen mucho en la posibilidad para la empresa de trasladar un impuesto al precio de sus servicios.

Lo normal para una empresa es repercutir sus costes

Empecemos por lo obvio. Las empresas buscan tener beneficios, y si por algún motivo aparece un nuevo impuesto, o se incrementa una tasa existente, la empresa va a procurar repercutirlo, bien a sus clientes, bien a sus proveedores. Todo depende del poder de negociación que tenga y de su mercado. Pero si el impuesto es una cantidad notable, lo habitual es procurar repercutirlo en los precios a los clientes.

Tipos de impuestos y repercusión del coste

Cuando el impuesto grava un producto en concreto, la empresa sabe que para cada venta que haga, tendrá un coste adicional X. En este caso, es evidente que la empresa intentará repercutir directamente este coste en el precio del servicio que ofrece, aumentándolo de X. Es el caso del impuesto sobre la constitución de hipotecas. Lo lógico es que los bancos busquen incrementar el tipo de interés o las comisiones de apertura para repercutir el coste al cliente.

Sin embargo, no todos los impuestos son tan directos. Por ejemplo, si se incrementa la cotización a la seguridad social por parte de la empresa, ya no existe una relación directa entre las ventas y el impuesto. En este caso las empresas quizás busquen otras soluciones, como por ejemplo optimizar la plantilla y aumentar la productividad para seguir haciendo el mismo trabajo al mismo coste.

Impacto de la competencia

A veces, el impuesto no lo tiene que pagar la empresa, sino el cliente final, y sin embargo la empresa decide absorberlo, para no perder el cliente. Eso fue el caso de muchas peluquerías, cuando en 2012 el gobierno decidió que esos servicios pasaban del IVA reducido del 8% de entonces al tipo máximo (que pasó del 18 al 21%).

Esas peluquerías tuvieron que decidir si mantenían sus precios o los bajaban para absorber la subida de impuestos y que no lo notara el cliente. Porque entonces, si un salón facturaba unos servicios por 20€ (IVA incluidos), en realidad le quedaban 18,5€ y 1,5€ iba a parar al estado. Si el negocio mantenía sus precios y repercutía el nuevo IVA, el cliente tenía que pagar 22,4€ (más de un 10% de subida).

Recordemos que estábamos en mitad de la crisis, y que las peluquerías debían pelear para no perder clientes. Había mucha competencia, y no se podían permitir espantar a sus clientes. Así que muchos negocios simplemente absorbieron la subida del IVA, a costa de sus propios márgenes.

En el caso de los bancos, el gobierno argumentó la semana pasada que había suficiente competencia como para asegurar que el precio de las hipotecas no subiría. Uno puede dudar de esa afirmación. El sector bancario está muy concentrado, y aunque exista competencia, es probable que todos los bancos repercutan el coste del impuesto. De hecho, algunos ya lo han anunciado.

¿Es un producto indispensable para el consumidor?

En mi ejemplo anterior de las peluquerías, además de la competencia juega otro aspecto importante: no es un servicio de primera necesidad. Las personas pueden ir con menos frecuencia a cortarse el pelo, o incluso hacerlo ellas mismas en casa. Entonces, en un caso de crisis y alta competencia, los empresarios no tienen mucha elección y tienen que asumir el coste del impuesto.

Pero la concesión de hipotecas es algo muy diferente. Aquí en España existe una cultura de la propiedad. Muchas personas piensan que alquilar es tirar el dinero. La demanda de hipotecas es importante. Luego, entra en cuenta otro factor: la solvencia. Se da el curioso caso que para comprar el producto hay que cumplir unos requisitos, y el vendedor (el banco) es quien pone sus condiciones.

Si quieres comprarte una casa, puedes ir a ver a varios bancos, pero puede que no todos te den la hipoteca que quieres para la vivienda que te gusta. Además, el coste de la hipoteca viene marcado por tipos de interés que no dependen de ti, como el Euribor. Tienes un poco de margen para la negociación, pero como necesitas la hipoteca, no puedes apretar demasiado.

Eso hace bastante más probable que los bancos vayan repercutiendo el coste del impuesto en las nuevas hipotecas. Es más, si lo hacen subiendo una décima el tipo de interés, los clientes ni siquiera lo verán. Un coste de 1.500 repartido en 360 mensualidades (para una hipoteca a 30 años) no se ve, es un poco más de 4€ al mes.

¿Qué opinas de esa situación? ¿Crees que las personas que contraten hipotecas a partir de ahora realmente se ahorrarán el impuesto o lo pagarán en intereses?

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