El ciego y el publicista

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En un barrio concurrido, un hombre ciego estaba sentado en una esquina pidiendo limosna. En su cartel los transeúntes podían ver “Soy ciego, ayúdenme por favor”. A pesar de que a su lado pasaban muchas personas, ninguna dejaba dinero, y el vaso que el hombre tenía destinado a recibir las monedas se quedaba desesperadamente vacío.