Buscar un local a veces resulta ser una verdadera pesadilla. El otro día hablaba con un emprendedor que lleva meses buscando uno para montar su negocio. Como muchas personas, cree en su proyecto pero no dispone de mucho dinero para invertir, por lo que buscaba un sitio donde no necesitaría gastar en obras. Pensé que con la situación actual y la cantidad de locales vacíos en la ciudad debía ser fácil para él y se lo expresé, y fue cuando me contó con detalle su perigrinación.
El local que necesita
Para su proyecto, este emprendedor necesitaba un local organizado ya como oficina, con unos cuantos despachos y una recepción para clientes. Nada fuera de lo normal, y en principio deben de haber cientos que cumplan las características que busca.
La licencia de actividad
Pero eso es sin contar con la necesidad de sacar una licencia de actividad. Resulta que las normas del ayuntamiento de la ciudad, lógicas en principio, eliminan de hecho la inmensa mayoría de las oficinas que le podrían haber interesado, bien porque la altura de techo no es suficiente, bien por la presencia de viviendas al lado, y sobre todo por temas de barreras arquitectónicas.
Y lo peor es que las normas están en una “zona gris”. Aunque algunos puntos sean imposibles de subsanar en todos los casos, otros muchos son “negociables” con la Administración, pero eso está dependiendo del arquitecto o del funcionario que toque y de sus preferencias personales.
La accesibilidad
Es muy lógico pensar que un local tenga que ser accesible para todos, y especialmente a las personas con alguna discapacidad física, pero el problema es que las normas no son iguales para todos. Como las leyes no son retroactivas, la mayoría de los locales que llevan tiempo tienen licencia sin cumplir las normas de accesibilidad, e incluso pueden traspasarla a otra persona, siempre que vaya a hacer la misma actividad. Los locales que se han ido quedando vacíos en los últimos años no solían cumplir estas normas, por lo que la gran mayoría de las oficinas son descartables por ser demasiado caras las obras de adecuación.
Es muy típico, por ejemplo, encontrarse con escaleras a la entrada de los edificios, algo que no se puede solucionar fácilmente. También es muy frecuente que los pasillos sean demasiado estrechos, y que el baño no disponga del tamaño suficiente para hacerlo adaptable para minusválidos.
El comportamiento de los propietarios
Me contó entonces este futuro empresario que los propietarios estaban totalmente ajenos a los problemas de licencias. Por ejemplo, el requisito de accesibilidad es válido para cualquier negocio, cualquier actividad, y nuestro emprendedor intentó convencer a algún propietario de local que invirtiera al menos a medias en el para adecuarlo, ya que sería una cosa que se iba a quedar en beneficio del sitio y haría más fácil su alquiler posterior.
Salvo en muy contadas excepciones, los propietarios lo tomaron como una demanda abusiva. La mayoría siguen desconectados totalmente de la realidad del mercado inmobiliario. Creen que los precios de hoy son bajos por la crisis y que volverán a subir cuando lo que se está produciendo es al contrario un ajuste de precios a valores más razonables después de años de burbuja. No se pueden contar los dueños que dicen “esto, lo alquilaba por 30% más antes, ya he bajado mucho el precio, pero dentro de dos años volverán a estar allí”.
Hasta me contó que en varias ocasiones le habían comentado que no se podía negociar el precio del alquiler porque “menos de lo que se paga de hipoteca por el local no se puede cobrar”. ¿Negación de la realidad?
¿Qué modelo económico queremos?
Es una de las muchas herencias nocivas de la burbuja inmobiliaria. En España se llegó a pensar y actuar como sí la única fuente de riqueza fuese el ladrillo, y que todas las demás actividades debiesen arrodillarse ante esta evidencia.
¿De verdad queremos un modelo económico donde la mayor parte de los ingresos de una empresa se tengan que ir a pagar al propietario del local? Un modelo donde quien tenga una escritura, aunque esté hipotecado hasta las cejas, se crea más que nadie y considere como una ofensa cualquier petición normal de participar en obras que vayan en beneficio de su activo. Un modelo donde no haya seguridad para emprender porque durante varios años se este pendiente de la aprobación de una licencia y de posibles y costosas obras.
Este modelo nos ha llevado a tener calles enteras llenas de persianas metálicas bajadas, pintadas, polvorientas con varias pegatinas de “Se Vende”, “Se Alquila”, “Se Traspasa”. Este modelo insostenible ha caído, es hora de inventar un nuevo futuro. Ojalá este emprendedor pueda encontrar pronto el local que necesita, el propietario que le escuche y que la Administración sea flexible. Porque sin emprendedores, no habrá ni empleo ni crecimiento.
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