Charles Plumb es un veterano de guerra norteamericano. Era piloto en la marina estadounidense y durante uno de sus vuelos, su avión fue abatido. Pudo abrir su paracaídas y fue capturado por el enemigo. Fue encarcelado como prisionero de guerra durante 6 años (de 1967 a 1973), antes de ser liberado. Unos años después se dedicó a hacer charlas y trabajar de consultor, enseñando como lo que aprendió de su cautiverio se puede aplicar a la vida cotidiana.
Un día mientras estaba comiendo en un restaurante, se le acercó una persona, y le preguntó si era Charles Plumb, el famoso prisionero de guerra. Contestó que efectivamente, y le preguntó al hombre de donde le conocía.
“Trabajaba en la marina. Yo fui quien preparó su paracaídas.”
Dicen que Charles Plumb, muy sorprendido y emocionado, demostró una enorme gratitud hacia aquel desconocido.
“Estoy vivo gracias a usted. Los pilotos nunca nos preocupamos por saber quien nos prepara el paracaídas, y sin embargo es una función vital”.
Y a ti, ¿quién te prepara el paracaídas?
En tu vida personal y profesional, aunque no estés consciente de ello, tienes paracaídas. Quizás alguno sea un contrato bien redactado, o el apoyo moral de tus familiares, quizás sean otras cosas.
Párate un momento a pensar. ¿Es posible que haya algo fundamental para ti y que no lo estés dando la importancia que se merece?
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