Más sabe el diablo por viejo que por diablo, ¿qué significa?

más sabe el diablo por viejo que por diabloMás sabe el diablo por viejo que por diablo, pero el hábito no hace el monje. Tranquilos, que no me ha cogido algún virus refranero. Simplemente, me parece que esas dos frases se complementan muy bien. Por eso, he querido escribir una entrada sobre la importancia de la experiencia y del talento. Como siempre en este blog, iré orientando la reflexión sobre los negocios y la gestión de empresa, pero creo que se puede aplicar también a la vida personal.

¿Por qué se dice que el diablo sabe más por viejo que por diablo?

En la tradición cristiana, se supone que el diablo es un ángel caído, que se convirtió en el adversario de dios por envidia. De hecho, la palabra satán significa adversario. Pero no estoy aquí para hablar de teología, sino para destacar que una de las características esenciales del diablo es que se supone que es muy antiguo. O dicho de otra forma, es muy viejo.

¿Puedes imaginar la experiencia y el saber que tendría una persona si tuviera la habilidad de vivir durante siglos? Aprendiendo de los errores, absorbiendo conocimientos y experiencias, sin duda esa persona se convertiría en muy sabia. Y por eso se usa esa expresión. El hecho de ser el diablo, o un ángel caído importa mucho menos para la sabiduría que haber estado viviendo durante cientos o miles de años.

Pero el refrán obviamente no se tiene que entender de forma literal. Hay que fijarse en su interpretación, que es que la sabiduría viene con el tiempo, por la experiencia, el aprendizaje y añadiría yo, también la enseñanza de los errores.

Por lo tanto, el diablo sabe más por viejo, porque ha tenido mucho tiempo para aprender, que por su condición de diablo. ¿Te ha quedado claro?

Además, el hábito no hace el monje

Me gusta relacionar estos dos refranes por un motivo. Si el diablo sabe más por viejo que por diablo, entonces no sabe tanto por ser el diablo. En otras palabras, no es su título lo que le hace sabio, o peligroso, sino su experiencia. El hábito no hace el monje, o, en ese caso, el diablo. Lo hace el tiempo, y la experiencia, entre otras cosas.

¿Por qué te comento eso? Porque en los negocios se ven muchas personas que actúan, quiero decir que interpretan un papel. Lo hace para intentar convencer a los demás de que son algo más de lo que son. No quiero minimizar la importancia de la imagen, porque es cierto que vende mucho. Pero sí que es importante saber diferenciar entre la gente que es realmente profesional y quien solamente adopta una pose.

Los hábitos de falso monje pueden tomar muchas formas. Algunos usarán denominaciones laborales pomposas, otros insistirán en los cursos o formaciones a las que han asistido, otros usarán sus instalaciones como un envoltorio deslumbrante, etc. Pero si quieres encontrar los mejores proveedores, colaboradores o socios, tendrás que ver más allá de los hábitos, y centrarte en lo que realmente importa: la experiencia y las habilidades reales de esas personas.

Y también al revés: no intentes vender una imagen de lo que no eres. Céntrate en lo que sabes hacer bien y aprovecha tus ventajas competitivas.

En definitiva, y para concluir este artículo con otro refrán: ¡que no te den gato por liebre!

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