El miedo al fracaso como herramienta de motivación

Habitualmente, cuando se habla de miedo, se le identifica como una emoción negativa y en muchos casos, paralizante. Pero hay otras formas más provechosas de usar el miedo,  y en este caso vamos a hablar del miedo al fracaso y de cómo se puede transformar en una herramienta de motivación para seguir trabajando y mejorando.

¿Cuándo sentimos miedo al fracaso?

Honestamente, normalmente esa emoción se expresa cuando las cosas no van bien o cuando hay mucha incertidumbre. En el caso de un proyecto empresarial, la ilusión del principio suele ganarle al temor al fracaso, pero aun así el miedo está presente. Se lanza un nuevo negocio, hay muchas expectativas, muchas esperanzas, y también está la posibilidad de que los clientes no adopten la propuesta de valor,  lo que genera cierta inquietud respecto al futuro.

Más adelante, con las primeras ventas, se disipa el temor, y si la facturación se ajusta a las previsiones y se consiguen los resultados esperados, el miedo al fracaso se ve superado por muchas otras emociones, entre la satisfacción de conseguir éxito, o el estrés de tener que gestionar mil cosas, por ejemplo.

Sin embargo, si la facturación baja, o no es la esperada. Si aparecen gastos imprevistos o reclamaciones, entonces es posible que el temor a fallar aparezca de nuevo en nuestras mentes, como una anticipación de un horizonte negativo.

Pero este miedo se puede usar de otra forma

A nadie le gusta fracasar. Partiendo de esa base, lo normal es tomar todas las medidas posibles para maximizar las opciones de éxito, y minimizar las de fracaso. El problema es que esas medidas se suelen tomar solamente cuando se percibe el riesgo, no cuando las cosas van bien.

Y allí es donde entra en juego la estrategia de la motivación por el miedo al fracaso. Se trata de poder hacer un ejercicio consciente de pesimismo. Aunque tu negocio vaya bien, nunca puedes estar seguro de que la situación vaya a seguir igual. El mundo empresarial cambia rápidamente y sin parar. Los gustos de los consumidores son volátiles. La tecnología y los nuevos procesos pueden aportar grandes disrupciones en cualquier momento.

Entonces, aunque las cosas te vayan bien, puede ser muy sano revisitar tu miedo. Imagina que es lo que podría ir mal, y como lo podrías corregir. Así, tomarás acciones beneficiosas para tu negocio, que evitarán que se cumplan esos malos presagios, o limitarán su efecto.

Ejemplos de cómo usar el miedo al fracaso como motivación

  • Primera situación. Tienes un cliente principal que representa una gran parte de tu facturación y de los resultados de tu negocio. Tu miedo al fracaso debería susurrarte: “¿Y qué pasa si este cliente se va? ¿Seré capaz de conseguir un volumen de negocio equivalente? Debería buscar nuevos clientes por si acaso.”
  • Segunda situación. Has puesto en marcha un servicio nuevo, una disrupción en el mercado, y los clientes están respondiendo positivamente. Es un éxito y tus ventas crecen rápidamente. En este caso, quizás deberías tener miedo a la entrada de competidores, especialmente a aquellos que puedan copiar tu concepto y conseguir más capital.
  • Tercera situación. Tienes un restaurante muy apreciado en la ciudad y con buena ubicación. Todo va de maravilla. Pero, ¿Qué pasa si se te va el chef cuya cocina tanto gusta? ¿Qué ocurre si el ayuntamiento limita el espacio para la terraza o los horarios de apertura? ¿Existe el riesgo de un fallo en los controles de calidad y que pueda haber una intoxicación alimentaria?

En todos esos casos, no se trata de vivir en el temor de que algo malo suceda, sino más bien de usar el miedo para identificar unos riesgos y aportar soluciones.

Los fracasos siempre son grandes fuentes de enseñanza

Los lectores del blog sabrán que una de mis citas favoritas es aquella de “emprendiendo, unas veces se gana y otras se aprende”. Porque, sin duda, el fracaso debe ser una fuente de aprendizaje. En este caso, el miedo al fracaso también puede serlo. Porque si ves lo que podría ir mal, te puedes anticipar y evitarlo, o minimizar sus efectos.

Sea como fuere, si finalmente la motivación nacida del miedo al fracaso no es suficiente para evitar que ocurran fallos, siempre te quedará la posibilidad de aprender de ellos. Hazte preguntas tan sencillas como: “¿Qué salió mal? ¿Qué error se cometió? ¿Qué error cometí? ¿Cómo se puede evitar ese error la próxima vez? ¿Me equivoqué en confiar en tal persona?  ¿Qué conclusiones puedo sacar para el futuro?

¿Y tú? ¿Usas el miedo al fracaso como herramienta de motivación?

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