Hoy vamos a hacer un pequeño repaso a las consecuencias que tendría la puesta en el mercado de ideas de negocios del futuro. Algunas parecen ciencia ficción, otras están mucho más cerca de lo que creemos. Y mientras unas pueden ser más peligrosas que útiles, otras nos simplificarían mucho la vida.
La teletransportación
¿Quién no ha soñado alguna vez que existiera algún aparato que nos desmaterializará en un lugar para reaparecer en otro? Este pensamiento nos suele ocurrir mientras estamos atascados en el tráfico para llegar al trabajo, o en mitad de un vuelo de 10 horas hacia otro continente.
De momento, parece que seguirá siendo un sueño durante muchos años más, e incluso es difícil conceptualizarlo, porque más que un modo de transporte parece una máquina de duplicar y destruir seres humanos.
En cualquier caso, de llegar a existir, en mi opinión supondría un grave peligro. Si cualquiera pudiese acceder a cualquier parte del mundo, entonces rápidamente los lugares más hermosos del planeta podrían llenarse de cantidades de personas, con un previsible destrozo de recursos naturales. Sin embargo, este aspecto se podría regular, y con la reducción del transporte convencional, también disminuiría una de las mayores fuentes de contaminación.
Leer la mente
Por desgracia, eso ya no es ciencia ficción. Hace unas semanas me quede asombrado viendo un reportaje (creo que del programa Redes) sobre las neurociencias. Hoy en día, es posible saber en que está pensando una persona haciéndole un scanner cerebral. De momento se trata de conceptos muy limitados, pero los científicos son capaces de reconocer que alguien está pensando en la palabra “manzana”.
A medida que vayan mejorando las técnicas, no es difícil imaginar que en el futuro se crean dispositivos portátiles (tipo casco) que permitan a la policía interrogar a un sospechoso y saber lo que está pensando. ¿Dónde quedará la privacidad si este tipo de aparatos se usan de forma inadecuada?
La vida eterna
Todavía estamos lejos de conseguir una vida infinita, sin embargo los progresos en el campo de la genética podrían llevar a un tremendo avance en la esperanza de vida (los más optimistas piensan que se podría duplicar en un plazo menor a un siglo).
Lo importante es, evidentemente, que este alargamiento de la vida vaya acompañado de una mejor salud a todas las edades. Porque igual que los cambios demográficos actuales han convertido en inviable el sistema de contribución por reparto a las pensiones, duplicar la esperanza de vida implica trabajar muchos más años. La otra consecuencia es que tendríamos que reducir tremendamente los nacimientos, para no aumentar la población mundial, que ya está en niveles insostenibles.
Volar
Nuestra especie ha empezado a dominar la técnica del vuelo desde hace más de un siglo, pero todavía estamos necesitando aparatos muy grandes, complejos y consumidores de gran cantidad de energía para lograrlo. Quizás en un futuro se consiga un aparato portátil, mucho menos peligroso de la mochila a reacción, que permita a cada uno desplazarse por los aires.
Esto podría convertirse en algo muy práctico, o un verdadero caos. Por ejemplo, en estas condiciones, ¿Quién va a querer una terraza o un jardín cuando cualquiera pudiera entrar desde arriba?
El coche que conduce solo
Hay muchos elementos para pensar que el sueño del Coche Fantástico está muy cerca. Cuando sumamos los accesorios que llevan integrados los mejores coches, la tendencia se ve más clara. Con el GPS el coche podría saber donde tiene que ir. Con el lector de pinturas del suelo sabe como mantener su trayectoria. Los detectores delanteros ya permiten mantener automáticamente la distancia de seguridad respecto al coche anterior.
Imaginando una inversión importante (pero no imposible) en infraestructuras, se podría pensar en colocar millones de chips en las carreteras para indicar en todo momento a los coches la velocidad máxima y otras informaciones de interés (sentido prohibido, etc). El automóvil se convertiría en un modo de transporte mucho más seguro, cuyo mantenimiento electrónico habría que vigilar muy de cerca.
Viajar en el tiempo
Es un concepto muy difícil de entender, por nuestra interpretación lineal del tiempo. Por un lado, viajar hacia el futuro es algo que es factible, incluso ya se ha demostrado científicamente. Hacer el camino en el otro sentido es algo mucho más improbable, que nos plantea preguntas como: si se pudiese viajar al pasado, entonces ¿por qué nadie del futuro ha venido a visitarnos?
Si nos limitamos al viaje hacia delante, podría haber un mercado para las personas insatisfechas con su época, y que quieran avanzar unos años (sin envejecer) para ver si les va mejor en otra. En este caso, quedaría claro que no se admiten devoluciones.
¿Y tú? ¿Has pensado en alguna idea futurista? ¿Piensas que se podría poner en marcha? No lo dudes y compártelo en la sección de comentarios.
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Tags: negocios del futuro