Mira tu negocio con los ojos de un niño

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Si tienes un hijo, una sobrina o un primo pequeño, si no los tienes pero aun recuerdas tu propia infancia, entonces quizás te acuerdes de la actitud que tienen los niños frente a la vida. Todo es nuevo para ellos y no paran de preguntar cosas. Son imaginativos y se maravillan ante lo que descubren, pero sobre todo, no paran de preguntar. Puedes aprender de esa actitud para tu negocio. Adopta por un día el punto de vista de un niño.

 

 

¿Y eso que es?

 

Recuerda la última vez que estuve recorriendo las calles de la ciudad a cargo de un niño pequeño. Cada dos minutos te preguntaba lo que eran las cosas y tenías que contestar: “Eso es una papelera, una tienda de alimentación, un coche de policía, la tapa de las alcantarillas, una señal de tráfico, una flor muy bonita cuyo nombre no recuerdo, un gato, una persiana…” Puede ser agotador porque la curiosidad de un niño no tiene límites.

 

 

¿Cómo funciona?

 

Pero a menudo la curiosidad del pequeño no se limita a saber que son las cosas. Le gusta ir un paso más y le intriga su funcionamiento. Más de un padre se ha quedado en blanco frente a esas preguntas, porque en nuestro mundo tecnológico, damos por hecho muchas cosas pero la mayoría no tenemos tan claro como funciona el motor de un coche o como puede volar un avión. A veces intentamos engañar al niño con respuestas parciales pero no suele dejar el tema hasta tener una explicación convincente.

 

 

¿Para qué sirve?

 

Después de preguntar sobre el funcionamiento (a veces antes), es muy probable que el niño nos haga otra pregunta en apariencia muy sencilla: “y eso, ¿para que sirve?”. Suele ser más fácil responder a eso que a las preguntas técnicas, pero aun así en muchas situaciones las respuestas distan mucho de ser obvias.

 

 

¿Qué preguntaría el niño si visitara tu empresa?

 

Las preguntas de más difíciles respuestas son aquellas que damos por hecho. Como decía antes, a nosotros nos basta saber que un avión vuela, y no nos interesa demasiado como lo consigue. En tu empresa, puede pasar lo mismo. Puedes haber tomado decisiones hace tiempo y que tenían justificación en el momento, pero quizás ahora no tanto. Puede que haya cambiado la situación, tu estrategia o que hayas tomado otras decisiones contradictorias. Sin embargo, mantienes algunas cosas por inercia.

 

Y entonces llega el niño y te pregunta: ¿Eso que es? ¿Cómo funciona? ¿Para qué sirve? No te lo va a preguntar sobre una sola cosa. Los pequeños son incansables. Lo harán sobre todo lo que alcancen a ver y entonces en algún momento toparán con tu contradicción, tu inercia o tu decisión anticuada. Puede que te pregunte: ¿por qué tienes una impresora en tu despacho si ya hay una en recepción? O ¿quién contesta al teléfono cuando estáis todos reunidos?

 

 

Pon tus ojos de niño de vez en cuando

 

Si quieres mantener un negocio eficiente, tienes que hacer el esfuerzo de mirar tu empresa con los ojos de un niño de cuando en cuando. Ve a lo simple, a lo esencial. Olvídate de las razones, de las costumbres. Pregúntate simplemente que es lo que ves, como funciona, y para que sirve. Si no te convence la respuesta, no dudes en cambiar.

 

 

 

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Tags: los ojos de un niño

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