Lo bueno se hace esperar, cuento de las ranas en la leche

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Érase una vez un par de ranas que entrando en un establo, tropezaron y cayeron en el cuenco de la leche recién ordeñada. Las paredes eran muy lisas y el recipiente muy hondo, por lo que pese a todos sus esfuerzos, no conseguían salir.

Una de ellas, la más pesimista, le dijo a la otra: “no tiene sentido seguir intentándolo, estamos atrapadas y vamos a morir”. La segunda rana, más optimista, le respondió: “aguanta, nademos un ratito y ya veremos”.

Estuvieron nadando media hora. Luego la primera volvió a quejarse. “No puedo más, voy a abandonar”. Pero la otra rana la animó nuevamente: “resiste un poco más, vamos, sigue nadando”. Y por otro cuarto de hora las dos ranas siguieron moviéndose en la leche. Diez minutos más tarde la primera volvió a amenazar con abandonar y de nuevo la segunda la convenció para que siguiera.

Pero después de un rato, la rana pesimista, agotada, anunció definitivamente su voluntad de dejarlo. Por mucho que la otra intentará animarla, su decisión fue irrevocable. Dejó de nadar y se ahogó. La segunda, triste por su amiga, prosiguió con su esfuerzo. Solo un cuarto de hora más tarde, la leche se convirtió en mantequilla, el liquido se volvió sólido, permitiendo al animal tener un punto de apoyo para trepar fuera del cuenco. La rana optimista estaba libre.

Moraleja

Como decía Edison: Muchos fracasos de la vida han sido de hombres que no supieron darse cuenta de lo cerca que estaban del éxito cuando se rindieron. No te abandones. Persevera. Aunque no veas inmediatamente los resultados de tu labor, en muchos casos los logros llegan cuando ya no les esperas.

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