Problemas para emprendedores: crecer demasiado rápido

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Númerosos problemas acechan a los emprendedores. A pesar de que lo más complicado para una nueva empresa sea conseguir crecer a base de conquistar convencer nuevos clientes y satisfacerlos con productos y servicios de calidad, una vez que se consigue unas ventas interesantes todavía es posible ser victima del éxito y caer en la trampa que querer crecer demasiado rápido.

 

 

La tesorería: el parámetro más importante

 

Cualquier emprendedor que quiere montar su proyecto es consciente de la necesidad de conseguir dinero para empezar. No solo tiene que pensar en pagar la inversión inicial, sino también tener para pagar los primeros sueldos, comprar el stock y pagar los recibos. Para eso se necesita tesorería.

 

Sin ella, enseguida vienen los problemas de pago que llevan rápidamente al cierre. Los proveedores ya no hacen crédito y los bancos cortan el grifo, lo que precipita la caída de la empresa.

 

 

Un ejemplo de crecimiento rápido

 

Hace unas semanas me contaron la historia de un empresario que se había decidido a abrir un restaurante temático hace unos años (un poco antes de la crisis). Invirtió dinero propio y le fue muy bien. Al año siguiente los resultados del primer restaurante eran muy buenos y se decidió a abrir otro, está vez con financiación externa. El segundo restaurante resultó ser también un éxito.

 

Llegó la crisis, pero al principio no se notó mucho en este tipo de restaurantes. Las ventas ya no crecían pero se mantenían a un buen nivel, y para el público en general no había mucha información explicando que la recesión económica iba a ser tan fuerte (hasta el Gobierno la negaba). El empresario se encontró con un local grande a muy buen precio y lo vio como una oportunidad. De nuevo pidió un crédito y volvió a invertir en un nuevo restaurante.

 

Poco después de la apertura, la crisis se agravó, y no solo la facturación del nuevo local tardaba en crecer sino que las ventas de los dos primeros bajaban de forma preocupante. Entre sueldos, alquileres y devolución de préstamos se hacía cada vez más complicado pagar. El empresario hizo recortes, redujo el personal, pero no fue suficiente, y la empresa acabó cerrando.

 

 

Los motivos de la caída

 

Las decisiones empresariales no son fáciles de tomar, e intentar analizar las cosas a posteriori es muy cómodo, sin embargo merece la pena hacerlo para que sirva de consejo para los demás.

 

Primero que todo queda bastante claro que sin una crisis de tal amplitud los tres restaurantes podrían haber sobrevivido, pero también es posible que de haber sido así, el empresario hubiera seguido ampliando su empresa, como parece indicar el comportamiento inicial.

 

Algunos lectores podrán pensar que invertir es siempre arriesgar, y que el empresario del ejemplo no lo hizo mal. Tomó sus decisiones con la información de la que disponía y no se le puede culpar de haber subestimado la crisis. Sin embargo, para tomar riesgos hay que valorarlos. Probablemente, si hubiera investigado más en detalle el mercado antes de la tercera inversión, se habría dado cuenta del riesgo que corría y no la habría hecho. Porque precisamente uno de los peligros de crecer demasiado de prisa es dar por sentado que todas las inversiones futuras van a dar los mismos resultados que las anteriores, un error bastante común.

 

En lugar de la crisis, los motivos para no tener las mismas ventas en un nuevo centro podrían haber sido otros: una zona poca apropiada demográficamente, una saturación del sector en la zona, y muchas otras causas posibles.

 

 

Consejos para no caer en la trampa

 

Si la empresa va bien, sería pecar de conservadurismo el no invertir en su crecimiento, porque si no se reinvierten los beneficios, nunca pasará de una pequeña compañía local, algo que para muchos emprendedores ambiciosos no es suficiente. Para crecer, lo ideal sería seguir estos consejos:

 

          Vigilar la tesorería

 

Es fundamental establecer mecanismos de seguimiento y de previsión de tesorería. Con información actualizada es más fácil detectar los posibles problemas para actuar a tiempo.

 

          Evitar crecer a base de crédito

 

Si el concepto es bueno y hace falta meter más dinero, es mucho mejor buscar inversores o empresas de capital riesgo, que recurrir al crédito bancario. Si las cosas van mal en el futuro, los inversores tomarán decisiones empresariales para mejorar las cosas (en la medida de lo posible), mientras un banco preferirá ejercer las garantías personales.

 

Lo ideal sería invertir la tesorería generada, sin recurrir al dinero ajeno, lo que implica tener un poco más de paciencia en el ritmo de apertura. Más vale un crecimiento seguro y algo más lento que un crecimiento loco que lleva a la quiebra.

 

          Diversificarse

 

Hemos comentado alguna vez que una forma de emprender podía ser intentar concentrar un sector muy atomizado, pero es una apuesta muy arriesgada porque supone que toda la empresa depende de una sola actividad. Una diversificación inteligente puede permitir superar mejor los momentos difíciles, por ejemplo se puede invertir en un sector de menos rentabilidad pero menos sensible a las crisis.

 

          Hacer un estudio de cada inversión

 

Lo hemos comentado antes. Las rentabilidades pasadas no garantizan las futuras. Cada nuevo proyecto de inversión tiene que ser estudiado con cuidado (con un plan de negocio). Esto permitirá comprobar que existe un mercado suficiente, y que la rentabilidad y la tesorería previstas serán buenas.

 

          Cada euro cuenta

 

Cuando las cosas van bien, las empresas caen en gastos inútiles que hipotecan su futuro. Hay que intentar mantener siempre la mentalidad del inicio, de hacer que cada euro cuente, porque incrementar los gastos fijos puede ser mortal si el mercado no es el esperado.

 

 

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