La fábula del roble y el junco (o la caña)

el roble y el junco la caña

Sin duda una de las fábulas que más me marcó cuando era pequeño es la del roble y el junco, que a veces se conoce como el roble y la caña. Quizás no sea la más famosa de La Fontaine, pero creo que tiene una enseñanza interesante para los emprendedores. Tiene que ver con un elemento muy importante en la estrategia empresarial.

Cuenta la fábula que al borde de un lago crecieron a la vez un roble y un junco. El tiempo pasó y el roble se hizo grande y fuerte. A menudo miraba el junco y le decía: “Mira lo pequeño y débil que eres. No aguantas nada de peso. La menor brisa te hace doblarte hasta rozar el agua. Me das pena. Ni la más fuerte de las tormentas podría romperme. Ni siquiera sé porque estoy hablando contigo. Deberías sentirte muy halagado.

Al junco le daba mucha pena ver como el roble se había convertido en un ser presumido y soberbio. Recordaba cuando ambos solo eran brotes. Pasó el tiempo. Un día llegó una tormenta muy fuerte. Enseguida el junco se dobló, mientras el roble luchaba con todas sus fuerzas para mantenerse en pie. Durante un tiempo lo consiguió, pero el tiempo empeoró, y la tormenta se convirtió en un tornado. La fuerza del viento fue tal que arrancó el roble. Cuando el temporal amainó, unos leñadores aparecieron, y lo cortaron en unas horas.

El junco, triste por su vecino, pensó: “Me doblo, pero no me rompo. Que pena que tanta soberbia y vanidad te hayan llevado hacia tal extremo”.

Moraleja para el emprendedor

El elemento tan importante en la estrategia empresarial que mencionaba antes de relatar el cuento es la flexibilidad. La gran ventaja de las pequeñas organizaciones sobre las grandes es eso: poder adaptarse mucho más rápido al cambio. Cuando vienen los momentos difíciles, con una tormenta perfecta como las últimas crisis que hemos vivido, se llevan por delante a todos lo que no sepan doblar un poco la espalda y adaptarse.

Piensa en lo que puedes hacer en tu negocio o en tu proyecto para ser flexible. No olvides nunca que las cosas pueden salir mal, y por lo tanto intenta elegir las opciones que te permitan adaptarte a la evolución de las circunstancias. Explora el alquiler en lugar de comprar, estudia colaboraciones con otros profesionales en lugar de contratar, y en general, antes de tomar cualquier decisión comprometedora, ten muy claro cual sería tu camino de salida. Eso significa tener un especial cuidado antes de firmar contratos.

¿Por qué todo esto? Simplemente porque creo que Demóstenes tenía razón cuando afirmaba que “cuando una batalla esta perdida, solo los que han huido pueden combatir en otra.” Cada proyecto, y cada decisión dentro del proyecto es una lucha en si misma, y tienes que hacer todo para ganar. Pero si no sale bien algo, tienes que poder cambiar a otra opción, dentro del mismo proyecto,  o empezando de nuevo. Eso solo se puede hacer con flexibilidad.

Artículos relacionados:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio