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Diseñar la misión y la visión de tu empresa es un ejercicio valioso

misión y visión de una empresaSeguramente te has encontrado alguna vez con las páginas web de otras compañías, y has podido leer algunas declaraciones de intenciones, a veces utópicas, otras pretenciosas, y ocasionalmente muy interesantes. Y es que definir la misión y la visión de una empresa no es una tarea fácil, pero es un ejercicio que resulta muy valioso para que puedas explicar tu actividad y tus objetivos de una forma más concisa. Así que es muy recomendable que lo hagas. No te preocupes, te voy a explicar cómo hacerlo.

La importancia de la gestión de empresa por objetivos, con ejemplos

ejemplos objetivos de una empresaCuando tienes un negocio, es muy importante ser capaz de marcar objetivos, para seguirlos y tomar acciones que permitan conseguirlos. La gestión de los objetivos de una empresa es una parte estratégica fundamental para cualquier emprendedor. Te voy a contar algunos ejemplos de metas empresariales, además de explicarte cómo puedes establecerlas, y como medir la consecución de objetivos en tu negocio.

No tengas miedo a vender más caro

fijacion de precios

El otro día tuve una interesante charlar con una persona cercana que montó su propio negocio hace unos años. El tema que nos ocupaba la fijación de precios para a tus productos o servicios. Resulta que muchos emprendedores se obsesionan por tener el precio más ajustado posible, incluso cuando su negocio no tiene para nada una filosofía low cost. Pero vender más caro no es siempre malo, ni mucho menos.

Una extrapolación errónea

El miedo a tener precios altos no es algo común a todos los emprendedores. Más bien les suele pasar a aquellos cuya propia lógica de compra consiste en buscar la mejor relación calidad / precio, y no se dejan influir demasiado por el criterio de la imagen o los argumentos que relacionan una mayor calidad con un mayor precio.

Para esas personas, el resto de los consumidores razona igual. Y ese es el error. Para muchísimos consumidores, un producto más caro significa casi automáticamente una mayor calidad, un producto mejor. Quizás la traducción más habitual de este pensamiento sea el refrán “lo barato sale caro”. Aunque el precio y la calidad no siempre van de la mano, es una idea preconcibida muy anclada en la mente de muchas personas, y sería un error no contar con ella.

El ejemplo de la artesana

Una historia real sobre fijación de precios que me contó un compañero consultor me parece muy significativa de la problemática que estoy planteando hoy. Se trata de una artesana que hacía entre otros productos unos zuecos de porcelana. Eran creaciones únicas, y pese a venderlos por unos 100€ la unidad, se encontraba que nadie los quería comprar.

Mi compañero consultor fue a ver a la artesana para ayudarla a enderezar su actividad. Cuando le preguntó a la mujer cuanto tardaba y cuanto gastaba para hacer esos zapatos, le contestó que entre tiempo y materia prima, hacer una porcelana le costaba 50€, por lo que había puesto un precio del doble, para no cobrar más de un 50% de margen, ya que no le parecería justo para el cliente.

El consultor le aconsejó que subiera el precio de sus creaciones hasta los 500€, argumentando de la siguiente manera: “de momento, no vende ninguno, por lo que no pierde nada en ponerlos a la venta por este precio”. Unas semanas más tarde, una lujosa zapatería se llevó varios ejemplares para decorar su vitrina.

En este caso, la artesana no vendía nada porque a los que no tenían mucho dinero, 100€ les parecía extremadamente caro, pero a los que lo tenía les parecía demasiado barato para ser un producto exclusivo. Ocurre muchas veces que una empresa ajuste los precios para atraer a los de presupuestos bajos, cuando en realidad está espantando a los de alto poder adquisitivo.

También en las cremas antiarrugas

crema-antiarrugas Este otro ejemplo lo recuerdo de una clase de marketing en la universidad. Nos contaron como un año, uno de los grandes grupos de cosméticos sacó una crema antiedad bastante más barata que la competencia, pensando arrasar en el mercado. Las cremas de este tipo tienen un coste de fabricación muy bajo, y los márgenes son suculentos, por lo que pensaban que bajar un poco el precio sería muy provechoso.

Sacaron una crema un 20% más barata que la competencia. Fue un fracaso. Las consumidoras asumieron que una diferencia de precio con el resto de marcas implicaba una diferencia de calidad, y no compraron. Resulta curioso darse cuenta que una multinacional pudiese menospreciar el aspecto psicológico de la compra de una crema antiarrugas, cuando se sabe que estos productos casi no tienen resultados perceptibles…

Tu trabajo se merece un precio justo

Igual que cuando buscas un empleo tratas de conseguir un sueldo adaptado a tu valía profesional, cuando creas un producto u servicio tu fijación de precios tiene que tomar en cuenta todo el trabajo que hay detrás del producto. Poner un precio bajo no siempre es efectivo, y en algunos casos equivale a infravalorarte.

No es fácil determinar un precio justo, pero tienes que buscarlo. Como en muchas ocasiones en los negocios, cuando no tienes referencias, te tocará probar con la técnica del ensayo y error. Cuando pongas un precio, pueden ocurrir dos cosas: que vendas o que no vendas.

  • Si vendes, puedes progresivamente intentar aumentar los precios, hasta llegar a un punto donde se empiezan a resentir tus ventas. Es un efecto similar a la curva de Laffer con los impuestos.
  • Si no vendes, tienes que plantearte seriamente el motivo. Quizás no sea el precio, sino la oferta, pero este es otro problema. Respecto al precio, en la mayoría de los casos suele ser porque vendes demasiado caro, pero no siempre. No olvides las historias del zueco de porcelana y la crema antiedad. Si tu producto es exclusivo y no se vende, igual es que tienes que subir el precio. No tengas miedo a probarlo, como diría mi amigo consultor: “si no vendes nada, no pierdes nada en intentarlo”.

 

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Barreras de entrada, barreras de salida

barreras de entrada y salida

Antes de montar un negocio, es recomendable que analices  las barreras de entrada y salida en tu sector. ¿Por qué no solo hablo de las de entrada? Simplemente, porque, pensando a largo plazo, también deberías plantearte estudiar las posibles barreras de salida, para no tener malas experiencias. Aunque es cierto que en la mayoría de los pequeños negocios esas barreras suelen ser bajas, no es el caso de todas las empresas. Además, con el tiempo, la consolidación de la actividad puede llevar a mayores barreras de salida.

Empieza pequeño y piensa en grande

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Como complemento al artículo donde te detallaba la estrategia del ensayo y error, me gustaría hablarte hoy de la importancia de empezar pequeño cuando inicies tu proyecto empresarial, pero sin olvidar nunca que pensar (o más bien soñar) a lo grande es lo que te hará triunfar. Pueden parecer dos términos contradictorios pero no lo son en absoluto.

Los soñadores empedernidos

Dentro de las muchas personas que me contactan con ideas de negocio buscando financiación, hay una categoría que se presenta de vez en cuando con proyectos multimillonarios y sin un euro en el bolsillo. Piensan que han encontrado la idea del siglo y sueñan con convencer inversores para convertir su proyecto en realidad.

De alguna manera, su valoración excesiva de la idea de negocio les aísla totalmente de la realidad del mundo empresarial. No se dan cuenta que lo que están diciendo es “Préstame un montón de dinero para un proyecto genial que tengo. Si funciona recuperas el dinero con una buena rentabilidad y yo me hago rico. Si falla pierdes tu dinero y yo sigo como estaba”.

Esos soñadores empedernidos no son muy numerosos, pero representan un extremo ilustrativo de uno de los errores más habituales en los emprendedores.

El inversor necesita garantías

Incluso los emprendedores más realistas tienden a sobrevalorar su idea de negocio, y en cierta manera es lógico, sino no apostarían tanto tiempo y dinero por ella. Pero también saben que lo que pueden pedir a un inversor basado únicamente en una idea y un plan de empresa es muy limitado. Cualquier persona (profesional) que invierta en un negocio o que preste dinero quiere garantías. Puede aceptar apostar una pequeña cantidad por lanzar el proyecto, pero para dar más se mostrará más exigente.

  • En el caso de un banco, las garantías suelen ser muy concretas: un avalista, hipotecar un activo, o cualquier otra solución que permita a la entidad recuperar al menos parte del dinero prestado si las cosas salen mal.
  • Para un inversor, las garantías toman otra forma: quiere ver que el negocio funciona. Si eres capaz de demostrarle que tu modelo de negocio tiene resultados demostrados, entonces es mucho más factible que el inversor te apoye. Quiere algo concreto, algo en marcha.

La solución es empezar pequeño

Si dispones de poco dinero, estás en la misma situación que millones de proyectos en el mundo. La cuestión es qué haces con lo poco que tienes. Puedes pensar que no tienes suficiente para hacer nada o puedes volver a pensar tu proyecto para implementar sus aspectos más esenciales.

¿Quieres ejemplos?

  • En lugar de acondicionar y alquilar un local puedes probar tu concepto en algún sitio tipo showroom o tiendas pop up.
  • En lugar de montar una web con decenas de funcionalidades haces una versión 1.0 con las dos o tres cosas más relevantes.
  • En lugar de comprar material lo alquilas por una temporada.
  • Etc.

Si empiezas pequeño, tienes tres posibilidades:

  1. El concepto no funciona para nada. Entonces te puedes alegrar de no haber empezado a lo grande y limitar el desastre.
  2. El concepto está mal planteado pero tiene potencial. Entonces de nuevo te alegras de no haberlo lanzado tal cual a lo grande, porque puedes hacer los ajustes y corregir sin invertir demasiado.
  3. El concepto funciona. Entonces tienes resultados tangibles para demostrar a inversores que merece la pena meter dinero para ampliar el proyecto.

Ten en cuenta que eso también es válido si tienes los recursos suficientes para lanzarte a lo grande desde el principio. Mejor empezar pequeño y no quemar tus ahorros en una sola apuesta.

Aunque empieces pequeño, tienes que soñar en grande

Emprender es arriesgar. El riesgo cero no existe. Empezar en pequeña escala aumenta tus oportunidades de éxito porque te permite corregir el primer proyecto o cambiar totalmente de rumbo si te has equivocado. Pero para convertir tu sueño en un negocio floreciente tienes que arriesgar.

Aunque haya funcionado a pequeña escala, nunca tienes una total garantía de que tu proyecto vaya a funcionar en grande. Puede que el mercado objetivo sea demasiado pequeño para hacerlo viable a gran escala. Puede que el cambio de escala suponga unos cambios de resultados. Puede que sea otra cosa.

Piensa en las empresas de gran consumo. Idean miles de nuevos productos cada año, e incluso dentro de los pocos que superan la prueba de las muestras de consumidores hay una gran proporción que se convierten en fracasos comerciales.

Pero tienes que pensar en grande. Tienes que arriesgarte y apostar fuerte por tu proyecto, sea cual sea tu objetivo final. Quizás busques alcanzar un volumen importante, quizás tu sueño sea más cualitativo (como ser la referencia de tu sector). En el fondo eso no importa. Lo que cuenta es que no traiciones tus sueños y seas persistente hasta lograrlo.

 

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Negocios escalables por Internet: tu mercado es el mundo

negocios escalables por internet

Aunque hay muchas oportunidades de negocio en la economía tradicional, Internet se ha convertido últimamente en el canal más atractivo para toda una generación de emprendedores. Porque la red tiene algo muy atractivo: su escalabilidad. Vamos a ver un poco a que corresponde este concepto y como merece la pena que lo incluyas en tu estrategia empresarial. Los negocios escalables pueden ser muy rentables, como verás a continuación.

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